Virginia Ayala e Imanol y Nerea Iraragorri: descubriendo Mozambique
«Somos una familia que colabora con ICLI desde hace 8 años. En 2024 pusimos rumbo a Mozambique, por un periodo de dos semanas, en el que sería nuestro segundo viaje de cooperación. Nerea, la benjamina, se sumó a esta aventura porque deseaba conocer la realidad con la que conviven los habitantes del sur del país».
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Virginia e Imanol asumen diferentes responsabilidades en la organización en las áreas de: Formación, Equidad de Género y Proyectos.
‘Echando raíces en Mozambique’
«La presencia de ICLI en el país africano nos vincula a la Fundación Mozambique Sur desde hace casi una década», explica Imanol, «tiempo en el que se han puesto en marcha proyectos en materia de salud, construcción, desarrollo agrícola e infraestructuras hídricas. En todos ellos ha sido notoria la participación de la comunidad, especialmente de grupos de mujeres pertenecientes a las aldeas donde se han establecido los programas. Trabajando in situ contamos con Casa do Gaiato (orfanato infantil donde hemos estado alojados) y Fundaçao Encontro».
A la pregunta acerca de sus expectativas ante este viaje, responde Virginia que «eran dobles». Por un lado, deseaban conocer, de primera mano, los proyectos ejecutados y en marcha y, por el otro, acercarse a los socios locales para comprender sus necesidades reales y poder formular mejores proyectos futuros.
‘Viviendo en el corto plazo’
La manera de afrontar la vida en las aldeas no dejó indiferente a ninguno de los tres. «Viven al día», comentan. «Piensan en el corto plazo, en conseguir lo mínimo para sobrevivir ese día, pero con naturalidad, sin mostrar un atisbo de esperanza o desesperanza, de alegría o tristeza, de motivación o desesperación…».
Los colores de Mozambique llamaron también su atención: «Los colores de la tierra, del cielo, de la ropa… los colores…».
‘El día comienza muy temprano’
«A las 6:00 nos despertábamos», detalla Nerea. Desayuno y arranca la jornada a las 7 en punto en la ‘escolinha’, como dicen ellos, donde los ‘gaiatos’ (niños residentes en el orfanato) comparten aula con otros niños y niñas de las aldeas.
Cada día un tema: dibujo, matemáticas, portugués… ¡daba igual! Actitud positiva y máximo respeto hacia el profesorado. A las 11:30 finalizaban las lecciones.
Por las tardes Nerea ofrecía clases de apoyo de matemáticas e inglés para las que tenía siempre candidatos. «Era increíble las ganas que tenían de aprender, daba igual la materia», recuerda nuestra joven cooperante con satisfacción.
Mientras Nerea enriquecía las clases, Imanol y Virginia visitaban los proyectos, tanto en la Casa como en el entorno. «Visitar para tratar de entender», matiza Imanol, lo que supone un «importante esfuerzo de empatía, de situarnos en su contexto para conectar necesidades con posibilidades reales de desarrollo». Sólo así, añade, «se puede valorar el verdadero impacto de los mismos,,,».
Por las tardes, al finalizar la jornada, se juntaban con las personas que trabajan y viven en la casa para conocer algo más de sus vidas, motivaciones, planes de futuro… «Era uno de mis momentos favoritos», confiesa Nerea.
‘Adiós a las prisas’
«Al llegar a Mozambique, nos dimos cuenta que teníamos que cambiar el ritmo de vida. No existe el concepto ‘prisa’ aunque las cosas suceden igualmente de manera (más o menos) planificada o espontánea», relatan.
La interacción con las personas fue «simplemente deliciosa», describen.«Confianza, tranquilidad, responsabilidad» son algunos de los calificativos que emplean. «Una combinación de cualidades que les fortalece para desarrollar, con éxito, la intensa labor que abordan tanto dentro – con los huérfanos y en la Escuela – como fuera de la Casa – en las aldeas -, donde la Fundaçao Encontro ha dado con la tecla para mejorar las condiciones de vida de las personas desde un punto de vista sanitario, personal y social».
De los ‘gaiatos’ qué decir… sus miradas, sus gestos, su manera de organizarse… han dejado una huella imposible de borrar… porque «hay otros modos de entender y vivir la vida, de apreciar el valor de las cosas sencillas».
‘África: huella intangible’
«África deja huella», aseveran con rotundidad. «Sus paisajes, sus amaneceres y atardeceres, los colores y olores, su forma de entender la vida… forman parte de un collage que te transforma para siempre», como lo vivido en Casa do Gaiato, una utopía hecha realidad que valida la teoría de que «un mundo mejor es posible».
A los que se planteen una experiencia similar les aconsejarían que «acudan sin prejuicios, sin miedos y sin juzgar». Además, conocer los proyectos de antemano, aseguran que mejora la percepción de los mismos y permite trazar una línea de desarrollo coherente.
¿VOLVERÉIS? … Ni confirman ni desmienten entre miradas cómplices. «No hay planes de futuro». Les gustaría visitar también otros países donde ICLI tiene proyectos, aunque regresar a Mozambique y ser testigos de los avances, les proporciona un gran estímulo…
Agradecemos a Imanol, Virginia y Nerea por compartir su transformadora experiencia así como por su contribución al desarrollo a través de este viaje de cooperación. Su testimonio nos recuerda la importancia de tender puentes y sumar esfuerzos para construir un mundo más justo y solidario.