Y de Rosalía, y del Papa, y de Vandana Shiva… También de una agricultora de Perú, de una trabajadora de la industria textil de Bangladesh, de una defensora de derechos humanos en Colombia y de una estudiante en Ghana. En un mundo de 8.000 millones de habitantes, según la teoría de los 6 grados de separación, solo 5 personas te distancian de cualquier otro habitante del planeta.
Esa curiosa teoría muestra lo que las ONG de desarrollo venimos defendiendo desde nuestros orígenes: vivimos en un mundo totalmente interconectado, en el que nuestras acciones tienen consecuencias más allá de nuestro entorno. Todo está vinculado: ropa, alimentación, energía, cambio climático, salud, educación, pobreza, riqueza, desigualdades, derechos, oportunidades, migraciones…
Otra muestra de esas conexiones son las políticas públicas de cooperación de Euskadi. Nos conectan directamente con las realidades que viven otras personas en otros lugares lejanos, y nos permiten contribuir, desde nuestro entorno, a la defensa de los derechos humanos en el mundo. Sin ir más lejos, la Ley Vasca de Cooperación en vigor señala que las instituciones públicas vascas deben destinar a cooperación al desarrollo el 0,7% de su presupuesto. Sin embargo, las principales instituciones de Euskadi no alcanzan ese porcentaje. Unas están más o menos cerca, pero todas lo incumplen, salvo alguna excepción como el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, que algún año lo alcanza o lo supera, lo que indica que con voluntad política es posible lograrlo. Constatamos, además, que los porcentajes de los presupuestos de las políticas de cooperación en Euskadi están estancados, ya que el presupuesto en términos de proporcionalidad lleva años con una tendencia a la baja.
Es verdad que en las últimas décadas nuestras instituciones han sido un referente en políticas de cooperación internacional debido, por un lado, a las cantidades destinadas y, por otro, a sus planteamientos y enfoques innovadores y transformadores. Sin embargo, lamentamos que en la actualidad Euskadi está aún lejos de su capacidad real para invertir en solidaridad internacional, mientras que en el ámbito estatal venimos de una generalizada tendencia al alza. Por su parte, Euskadi permanece en una inquietante situación de estancamiento. Además, si ampliamos la mirada a Europa, en 2020 la cantidad destinada desde Euskadi a cooperación internacional en función del producto interior bruto (0,15%) está a la cola del continente, muy lejos de la media de europea (0,50%), y lejos también del compromiso de Naciones Unidas (0,7%).
El siglo XXI avanza, y lo hace encadenando múltiples, complejas y entrelazadas crisis. La emergencia climática, 57 guerras activas, la pandemia o la crisis energética causan graves daños en millones de personas en el mundo. Por ello, las instituciones públicas deben promover leyes que impulsen la cooperación internacional para fomentar un mundo más justo y sostenible. Precisamente, en la actualidad, el Parlamento Vasco tramita una nueva Ley Vasca de Cooperación y Solidaridad, que busca abordar eficazmente los desafíos globales. Reforzará el compromiso solidario de Euskadi con los países empobrecidos, así como la educación para formar una ciudadanía crítica, comprometida y transformadora, e impulsará la coherencia de las políticas públicas vascas con el desarrollo humano sostenible. Además, fomentará alianzas, y mejorará la coordinación y la financiación. Pero ¿para qué una nueva ley si corremos el riesgo de que ocurra como con la actual? Recordamos que su compromiso presupuestario ha sido sistemáticamente incumplido.
Las ONG de desarrollo seguiremos tendiendo la mano a las instituciones y a los partidos políticos para revertir esta preocupante tendencia al estancamiento. También para reforzar las políticas públicas que garanticen los derechos humanos. Así, desde Euskadi volveremos a decir que nada humano nos es ajeno, y podremos transmitir con orgullo a las próximas generaciones que hemos sido parte del cambio que queremos ver en el mundo.
A través de la campaña 6 grados de separación: incontables razones para acercarnos, queremos dar a conocer nuestro grado de separación con personas, por ejemplo, de la República Democrática del Congo, de Honduras, de Euskadi o de otras partes del mundo. También realizamos un análisis de las políticas vascas de cooperación, damos a conocer las propuestas de las ONG de desarrollo para transformar el mundo, y reivindicamos que es imprescindible la implicación de las instituciones, de las organizaciones sociales que trabajamos en cooperación y de la ciudadanía. Te animamos a que entres en seisgrados.ongdeuskadi.org y descubras lo cerca que estás de Dalila, Isa, Justine, Greta o Helena.
Coordinadora de ONG de Desarrollo de Euskadi
Imagen: Gerd Altmann, Pixabay