Invertir en defensa

El vicelehendakari Mikel Torres mostró recientemente su apoyo a la industria armamentística. Imagen: EITB

Artículo de opinión de Josu Urrutia Beristain, presidente de la Coordinadora de ONGD de Euskadi, publicado en Berria, Naiz, Argia, Zuzeu, Aikor, Goiena y Arabako ALEA.

«Olviden las inversiones en la industria armamentística, impulsen unas políticas socioeconómicas coherentes con el Desarrollo Humano Sostenible y cumplan el compromiso acordado de destinar anualmente a la política de cooperación el 0,7% del gasto total».

El Foro Zedarriak presentó a mediados de enero el Informe Euskadi y la Unión Europea: Un destino compartido de prosperidad y competitividad, donde recoge recomendaciones para la CAV tomando como referencia los Informes que Draghi y Letta han presentado para la Unión Europea.

Desde el respeto que merecen las personas del Foro, alguna de las cuales conozco personalmente, compartiendo la necesidad de impulsar diferentes alternativas para el desarrollo de nuestra sociedad y respondiendo a la invitación del director del foro a debatir públicamente sus propuestas, me atrevo a reflexionar sobre su propuesta de invertir en defensa.

«Porque, claro, es un negocio muy rentable. Más de 59 guerras se contabilizaron en 2024, habiendo pasado el gasto militar de 1,2 billones de dólares en 2000 a 2,4 en 2023»

Todo ello desde la legitimidad que nos dan las 83 organizaciones que formamos parte de la Coordinadora de ONGD de Euskadi, con una base social de 120.000 personas, con actividad en 63 países a través de 839 proyectos que alcanzan a más de 3 millones de personas en todo el mundo.

En primer lugar, me pregunto en qué están pensando cuando proponen esta medida. Entiendo que no están pensando en poner misiles y tanques en Muskiz, Hondarribi o Kanpezu. Y tampoco están buscando justificación para sus inversiones privadas en este tipo de empresas que, aunque legales, son desde mi punto de vista éticamente muy criticables.

Concluyo entonces que el problema de esta industria que llaman de defensa es la mayor dificultad para encontrar financiación por parte de las entidades financieras, obligadas por el mercado y los entes reguladores a potenciar una inversión sostenible y responsable (ISR), que, además de tener en cuenta la rentabilidad y el riesgo de una inversión, evalúa factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (conocidos también como criterios ASG). Es decir, no solo analiza el rendimiento económico de la inversión, sino que busca que el dinero empleado sirva para lograr un impacto positivo en la sociedad, mientras se mantiene un equilibrio respetuoso con el medio ambiente, en consonancia con la Agenda 2030.

«Gritamos NO A LA GUERRA, pero también NO a las armas que se utilizan en estas guerras»

Supongo que, ante esta dificultad para encontrar financiación, pretenden que parte de esos miles de millones de inversión pública que piden para el período 2025-2030 se dirija a la industria armamentística, que posiblemente sea a lo que se refieren cuando en el informe hablan de «falta de inversión en defensa y seguridad».

Porque, claro, es un negocio muy rentable. Más de 59 guerras se contabilizaron en 2024, habiendo pasado el gasto militar de 1,2 billones de dólares en 2000 a 2,4 en 2023, y creciendo desde 2021 a 2024 un 65% la superficie de la tierra en conflicto. A lo que habría que sumar la llegada de Trump al poder.

Las cifras de muertos y heridos y las imágenes que nos llegan de Gaza y Ucrania, deberían ser suficiente. Pero para que no quede duda, nosotras, quienes respondemos a las emergencias y acompañamos a las víctimas y desplazadas en estos conflictos, gritamos NO A LA GUERRA, pero también NO a las armas que se utilizan en estas guerras. NO, porque las armas solo generan odio, destrucción y dolor. NO, porque la guerra no es una cuestión de otros, y aunque se nos haya olvidado, aquí también tuvimos una guerra hace no tanto tiempo. Y NO, porque queremos otro mundo para nosotros y nosotras y las futuras generaciones.

Pero además de gritar, continuaremos trabajando en Palestina, Etiopía, Congo, Mozambique, y otras decenas de países para ser las primeras en dar atención a las personas supervivientes en estos conflictos, para acompañar a las personas más vulnerables, y ofrecerles oportunidades para una vida mejor.

Seguiremos dedicándonos a educar, sensibilizar y activar la participación de la sociedad civil, pero, en nuestro caso, por un modelo basado no solo en el progreso económico sino en un Desarrollo Humano Sostenible.

Leeremos los informes de Draghi y Letta, pero inspiraremos nuestras reflexiones en Jose Maria Arizmendiarrieta, Paul Collier y Michael Sandel.

«NO invirtamos en «defensa» y SÍ invirtamos en la defensa de valores como la cooperación y la paz»

Instamos a las instituciones, partidos políticos, y también al vicelehendakari y consejero de Economía Mikel Torres (a raíz de sus recientes declaraciones), a aplicar la Carta de Solidaridad y Justicia con los Países Empobrecidos, aprobada en el Parlamento Vasco en 2007, que habla de implementar un «dividendo de paz» y que dice expresamente que «en sus políticas de promoción y apoyo a las empresas, el Gobierno Vasco no colaborará de ninguna forma con aquellas personas físicas o jurídicas dedicadas a la producción, comercialización y financiación de armas».

Para que, de este manera, olviden las inversiones en la industria armamentística, impulsen unas políticas socioeconómicas coherentes con el Desarrollo Humano Sostenible y cumplan el compromiso acordado en la Ley 03/2024, la Ley Vasca de Cooperación y Solidaridad, de destinar anualmente a la política de cooperación el 0,7% del gasto total del Presupuesto General de la Comunidad Autónoma de Euskadi, con el objetivo final de destinar el 0,7% de la renta nacional bruta a la ayuda oficial al desarrollo.

Asimismo, instamos a los consejeros Jauregi y D’Anjou, asistentes a la presentación de Zedarriak, a que apoyen la puesta en marcha del fondo de impacto social para el Sur global, impulsado por eLankidetza – Agencia Vasca de Cooperación y Solidaridad y el Instituto Vasco de Finanzas.

Animamos, por último, a instituciones financieras, EPSV e inversores en general a que no se dejen llevar por el resultado a corto plazo y apuesten por inversiones responsables y sostenibles.

En definitiva, NO invirtamos en «defensa» y SÍ invirtamos en la defensa de valores como la cooperación y la paz, para construir una sociedad vasca más justa, equitativa y sostenible, solidaria con las personas más vulnerables de este planeta.

Josu Urrutia Beristain – Presidente de la Coordinadora de ONGD de Euskadi (artículo de opinión previamente publicado en Berria, Naiz, Argia, Zuzeu, Aikor, Goiena y Arabako ALEA).

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